domingo, 25 de marzo de 2012

Huelgas, excusas y piquetes silenciosos

Habrá pasado exactamente un año y medio desde la última huelga general (29-S del 2010). La reforma, entonces motivo para la huelga, ahora parece peccata minuta y ZP un desorientado socialdemócrata aficionado al neoliberalismo. Han llegado los profesionales, Rajoy y sus escuderos (Fátima Báñez y Luis de Guindos), enarbolando la 'very agressive' reforma laboral que creará empleo... eso sí, dentro de un par de años cuando mejore la coyuntura económica. Para ahora, se prevé otro medio millón de parados - vamos camino de los seis - en la desértica senda de la austeridad presupuestaria. Senda que, curiosamente, no transitan al otro lado del Atlántico. Ni al norte, con Obama practicando políticas keynesianas de estímulo de la economía ni al sur, donde países como Argentina hace tiempo se rebelaron ante las políticas inútiles y depredadoras del FMI y ahora crecen a buen ritmo. En Europa, la Doctora Merkel sigue recetando régimen a un enfermo que está en los huesos.

Este jueves 29 de marzo, los sindicatos mayoritarios han convocado una nueva huelga general, un pulso al Gobierno que trata de evitar el brutal retroceso para los derechos de los trabajadores que supone esta reforma laboral, tanto que deberíamos llamarla reforma patronal. Como en cada huelga, se observan excusas recurrentes entre algunos trabajadores que dicen apoyar las razones de la huelga pero...

Quien dice que la haría pero no puede permitirse perder los 100 € que le descontarían aquel día.
Quien objeta que un día es poco, no sirve de nada y que habría que hacerla indefinida.
Quien se preocupa más de desacreditar a los sindicatos que de criticar la reforma laboral.
Quien tiene un pequeño negocio y dice que no se puede permitir cerrar.
Quien argumenta que si hace huelga lo echarán porque está en periodo de pruebas, porque tiene un contrato temporal, porque... pueden hacerlo (y más fácil y barato con la nueva reforma)

Y el eterno debate sobre el tema estrella, la libertad. Todo el mundo está de acuerdo en que cada uno debe ser libre para hacer huelga o ir a trabajar. Lo complicado viene en cómo conseguir que esta libertad teórica se ponga en práctica.

De entrada, una parte de la población no es libre, no puede ejercer este derecho a huelga. Se lo impiden los servicios mínimos, un principio regulado y aceptado en España - con el objetivo de garantizar el derecho al trabajo - pero que no existe en países como Francia con mucha más tradición democrática.

Por otra parte, algunas personas se quejan de que algunos piquetes informativos sindicales impiden ejercer el derecho a abrir sus negocios o acceder a sus puestos de trabajo pero pocas hablan de unos piquetes silenciosos y amenazadores, los piquetes empresariales. El encargado que les dice a las empleadas del Mercadona que no pueden hacer huelga, el director de la sucursal del Santander que les dice a los empleados de banca que ni se les ocurra, el jefe de planta del Corte Inglés que recuerda que la importancia de venir a trabajar el jueves. En el despacho, con discreción, con sigilo, sin cámaras que lo graben...

Me quedo con la duda de qué 'piquetes' impiden a más personas ejercer su libertad, si los sindicales o los empresariales. Sin duda, es más espectacular la acción de un piquete sindical que la discreta amenaza de que ejercer el derecho a huelga te puede hacer perder tu trabajo pero... ¿seguro que es más violento?

2 comentarios:

  1. Totalment d'acord! Hem de demostrar la força i la unitat i deixant-se de desacords i desavinenteses que això només afavoreix a la patronal i la dreta.No anem amb excuses i aquest dia anem tots a una i demostrem que som molts i moltes. Omplim carrers i places, parem llocs de treball, comerços i transports. Fem vaga de consum, això no costa res ni ens exposa a res, paralitzem tota l'activitat i ajudem amb piquets a qui no pugui actuar per si mateix.

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  2. Básica y generalmente de acuerdo César. Especialmente en la cuestión de los piquetes "silenciosos". Al final, lo que cala, desgraciadamente, es la impresión, la percepción, parcial, manipulada y sesgada de la difusión de los sucesos, esto es, los medios de comunicación controlados por las agencias de noticias. A su vez, agencias, bien adoctrinadas por los aparatos de poder de lobbies sin etiquetas que les señalen. Y al final, lo que cala en la médula neuronal de la memoria es, la perversión semántica con que se etiqueta malvadamente (vascos terroristas, catalanes insolidarios, españoles fachas, juventud holgazana y por supuesto, huelga violenta). ¿Sigo? Creo que no hace falta, lo has explicado al final perfectamente.

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