jueves, 8 de marzo de 2012

El 1%, los patriotas y la cultura del esfuerzo

De un tiempo a esta parte, al 1% le ha dado por hablarnos de austeridad, sacrificio y cultura del esfuerzo. Este discurso me rechina tanto como el del Papa, Rouco Varela o Ruiz Gallardón hablando de protección a la mujer cuando lo que quieren es encancelarla por no compartir sus dogmas.

Amancio Ortega, dueño de Inditex y quinta fortuna del mundo gracias a su éxito en el mundo del textil es del 0,01%, es decir, del 1% del 1%. Si este éxito viniera acompañado de ética sería digno de mi admiración pero parece que la visión para los negocios es inversamente proporcional a la falta de escrúpulos. El patriotismo empresarial no sirve para pedir pagar el mismo porcentaje de impuestos que sus secretarias cual Warren Buffet. Aquí los patriotas como don Amancio crean una SICAV, la manera legal de pagar el 1% de los impuestos y dan la razón a la famosa frase de Aznar de
'en España los ricos no pagan impuestos'. Y suerte tenemos de la limosna del 1% porque otros patriotas como don Emilio Botín ponen a su disposición las sucursales en las Islas Caimán y otros paraísos fiscales para que su contribución sea del 0%.

Se supone que debemos estar agradecidos a estos magnates como generadores de ocupación y de riqueza, aunque lo primero sea para ellos la manera de conseguir el máximo de lo segundo en provecho propio. Bienvenido sea si se hace respetando las reglas del juego, laborales y fiscales. Eso creía que pasaba en
Mercadona, que tenía una política laboral respetuosa con sus trabajadores, al menos en comparación con otras cadenas de supermercados, y esa era una de las claves de su éxito. Por eso que me han sorprendido las declaraciones de su presidente, Juan Roig, afirmando que 'debemos aprender de la cultura del esfuerzo de los chinos en España' y que él 'habría ido mucho más allá en la reforma laboral'. Le deben parecer excesivos los 20 días por año en las indemnizaciones por despido que la nueva reforma laboral ha dejado (antes eran 45) o quizás un engorro la existencia de sindicatos. Su modelo ideal debe ser la cajera china que hagan los turnos de dos en dos, coma arroz en una cajita y se quede a dormir en la tienda. O sea, horarios crecientes y salarios menguantes. Y si muere de karoshi - en japonés (otra gran 'cultura del esfuerzo') muerte por agotamiento - pues una pensión que nos ahorramos y unos millones más para escalar en la lista Fortune (puesto 223, con 'sólo' 3.500 millones) a la caza de don Amancio.

A veces uno tiene la sensación de estar viajando al pasado cual Marty McFly en Regreso al Futuro cuando ve cosas como la reforma laboral, el 'corralito' de las participaciones preferentes de La Caixa o los 'dragones' generadores de pánico de un Felip Puig que prepara una ley autonómica de vagos y maleantes y cuya única diferencia con los grises de antaño parece ser que no usan fuego real como cuando la calle era de Fraga en vez de serlo de Puig.

Quiero pensar que algún Doc nos va a llevar al verdadero futuro, donde los megarricos como Roig y Ortega pagarán al menos el mismo porcentaje de impuestos que sus secretarias, la Tasa Tobin reducirá la especulación y nos habremos dado cuenta de que Keynes tenía razón, acabando con el dogma de que la austeridad es lo mejor en época de recesión.

En caso contrario, con la mano invisible de Adam Smith apretando más que nunca, este capitalismo - creencia estúpida según la cual las peores personas harán las peores cosas por el bien del resto del mundo, según Keynes - nos lleva
camino de un callejón sin salida... que es donde dicen que nacen las revoluciones.

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