Este jueves 29 de marzo, los sindicatos mayoritarios han convocado una nueva huelga general, un pulso al Gobierno que trata de evitar el brutal retroceso para los derechos de los trabajadores que supone esta reforma laboral, tanto que deberíamos llamarla reforma patronal. Como en cada huelga, se observan excusas recurrentes entre algunos trabajadores que dicen apoyar las razones de la huelga pero...
Quien dice que la haría pero no puede permitirse perder los 100 € que le descontarían aquel día.
Quien objeta que un día es poco, no sirve de nada y que habría que hacerla indefinida.
Quien se preocupa más de desacreditar a los sindicatos que de criticar la reforma laboral.
Quien tiene un pequeño negocio y dice que no se puede permitir cerrar.
Quien argumenta que si hace huelga lo echarán porque está en periodo de pruebas, porque tiene un contrato temporal, porque... pueden hacerlo (y más fácil y barato con la nueva reforma)
Y el eterno debate sobre el tema estrella, la libertad. Todo el mundo está de acuerdo en que cada uno debe ser libre para hacer huelga o ir a trabajar. Lo complicado viene en cómo conseguir que esta libertad teórica se ponga en práctica.
De entrada, una parte de la población no es libre, no puede ejercer este derecho a huelga. Se lo impiden los servicios mínimos, un principio regulado y aceptado en España - con el objetivo de garantizar el derecho al trabajo - pero que no existe en países como Francia con mucha más tradición democrática.
Por otra parte, algunas personas se quejan de que algunos piquetes informativos sindicales impiden ejercer el derecho a abrir sus negocios o acceder a sus puestos de trabajo pero pocas hablan de unos piquetes silenciosos y amenazadores, los piquetes empresariales. El encargado que les dice a las empleadas del Mercadona que no pueden hacer huelga, el director de la sucursal del Santander que les dice a los empleados de banca que ni se les ocurra, el jefe de planta del Corte Inglés que recuerda que la importancia de venir a trabajar el jueves. En el despacho, con discreción, con sigilo, sin cámaras que lo graben...
Me quedo con la duda de qué 'piquetes' impiden a más personas ejercer su libertad, si los sindicales o los empresariales. Sin duda, es más espectacular la acción de un piquete sindical que la discreta amenaza de que ejercer el derecho a huelga te puede hacer perder tu trabajo pero... ¿seguro que es más violento?