'Cuando una ley es injusta, tenemos la obligación moral de incumplirla', recordaba Ada Colau, portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, en su discurso al recoger el premio de El Periódico como 'Mejor Iniciativa Solidaria del 2011 en Catalunya'.
La frase no es suya sino de Martin Luther King, el histórico líder de la lucha pacífica por los derechos civiles de los afroamericanos en EEUU. Sus reivindicaciones vivieron un episodio importante cuando Rosa Parks se negó a ceder su asiento 'Sólo para blancos' y fue arrestada, juzgada y sentenciada por ello, con el agravante de haber desobedecido a una autoridad como era el conductor del autobús. Corría el año 1955 en el estado de Alabama.
Aunque ahora parezca lejos en el espacio y el tiempo, cuando oigo a Felip Puig, Conseller d'Interior, y a su homólogo estatal pontificar la necesidad de imponer severas penas para criminalizar la desobediencia civil pacífica - en una línea muy similar a Vladimir Putin, por cierto - pienso en Luther King, Rosa Parks... y Ada Colau.
La oposición a los desahucios es la más visible de las campañas de desobediencia civil junto al 'No vull pagar' contra los peajes en autopistas múltiples veces amortizadas. No es de extrañar que ambas campañas tengan el mismo antagonista: las entidades bancarias cuyos alargados tentáculos controlan un poder político incapaz de aprobar leyes que velen por los intereses del 99%.
En este contexto, la tolkieniana campaña del 15M, 'La Caixa es Mordor' ha juzgado a una banca culpable de múltiples delitos y cuya participación en La Marató de TV3 parece un lavado de imagen o una broma de mal gusto. Paliar con la caridad lo que se impide solucionar con la solidaridad es, aunque mucha gente participe en ello con la mejor de las intenciones, de muy mal gusto.
La frase no es suya sino de Martin Luther King, el histórico líder de la lucha pacífica por los derechos civiles de los afroamericanos en EEUU. Sus reivindicaciones vivieron un episodio importante cuando Rosa Parks se negó a ceder su asiento 'Sólo para blancos' y fue arrestada, juzgada y sentenciada por ello, con el agravante de haber desobedecido a una autoridad como era el conductor del autobús. Corría el año 1955 en el estado de Alabama.
Aunque ahora parezca lejos en el espacio y el tiempo, cuando oigo a Felip Puig, Conseller d'Interior, y a su homólogo estatal pontificar la necesidad de imponer severas penas para criminalizar la desobediencia civil pacífica - en una línea muy similar a Vladimir Putin, por cierto - pienso en Luther King, Rosa Parks... y Ada Colau.
La oposición a los desahucios es la más visible de las campañas de desobediencia civil junto al 'No vull pagar' contra los peajes en autopistas múltiples veces amortizadas. No es de extrañar que ambas campañas tengan el mismo antagonista: las entidades bancarias cuyos alargados tentáculos controlan un poder político incapaz de aprobar leyes que velen por los intereses del 99%.
En este contexto, la tolkieniana campaña del 15M, 'La Caixa es Mordor' ha juzgado a una banca culpable de múltiples delitos y cuya participación en La Marató de TV3 parece un lavado de imagen o una broma de mal gusto. Paliar con la caridad lo que se impide solucionar con la solidaridad es, aunque mucha gente participe en ello con la mejor de las intenciones, de muy mal gusto.
